En esta actividad (que Alivio Al fin usAr lA ''A'' pArA escribir) teníamos que tomar un cuento literario o popular y adaptarlo de la forma en la que quisiéramos. En mi caso, he tomado el cuento de Hansel y Gretel, y he modificado la época, he quitado toda fantasía del cuento (me ha dolido) y además he modificado el final (ya que no me acuerdo). Sin más dilación, empieza el relato:
Árboles. Solo verde y más verde en aquel remoto bosque de la periferia de Alhaurín de la Torre. Era lo único que Hansel y su hermana menor, Gretel (dos guiris... ejem... turistas venidos a Andalucía desde Noruega) veían. Se habían separado de sus padres, cuyos nombres nórdicos resultaban impronunciables para toda boca humana, haría una media hora, sin embargo, tenían la sensación de haber estado andando 4 días. Cuando los calcetines blancos bajo las sandalias de ambos rozaban ya el tono terroso y sus cabellos rubio platinado estaban llenos de ramas y hojarasca, vieron su luz al final de el túnel: una casa abandonada. Allí descansarían, comerían, beberían, y harían muchas otras cosas que solo podrías imaginar si fueras un niño de entre 9 y 12 años. Al llegar, vieron dos grandes pasteles en una mesa, y como buenos descendientes de leñadores con sangre vikinga y pelo en el pecho noruegos que eran, los devoraron ambos hasta sentirse mareados... O tal vez el pastel tenía algo fuera de lo común... Lo siguiente que recordaron fue despertar en un hospital con la mirada preocupada de Gefjun (su madre) y Krysttjän (su padre de nombre alienígena) encima. Al parecer, habían llegado a el escondite de un perseguido alquimista/científico, y de no ser por un buen mozo de montaña que los encontró, no se hubiesen salvado, ya que el alucinógeno que llevaban los pasteles hubiese resultado mortal para unos niños de tan temprana edad si pasaran unas horas más. Pero gracias a el alimento sobrevivieron, por lo que bien está lo que bien acaba. En unos días volvieron a su país y su adorable profesora en su tierna escuela primaria les hizo escribir una redacción de 250 palabras sobre su traumática experiencia. Yuju .
Árboles. Solo verde y más verde en aquel remoto bosque de la periferia de Alhaurín de la Torre. Era lo único que Hansel y su hermana menor, Gretel (dos guiris... ejem... turistas venidos a Andalucía desde Noruega) veían. Se habían separado de sus padres, cuyos nombres nórdicos resultaban impronunciables para toda boca humana, haría una media hora, sin embargo, tenían la sensación de haber estado andando 4 días. Cuando los calcetines blancos bajo las sandalias de ambos rozaban ya el tono terroso y sus cabellos rubio platinado estaban llenos de ramas y hojarasca, vieron su luz al final de el túnel: una casa abandonada. Allí descansarían, comerían, beberían, y harían muchas otras cosas que solo podrías imaginar si fueras un niño de entre 9 y 12 años. Al llegar, vieron dos grandes pasteles en una mesa, y como buenos descendientes de leñadores con sangre vikinga y pelo en el pecho noruegos que eran, los devoraron ambos hasta sentirse mareados... O tal vez el pastel tenía algo fuera de lo común... Lo siguiente que recordaron fue despertar en un hospital con la mirada preocupada de Gefjun (su madre) y Krysttjän (su padre de nombre alienígena) encima. Al parecer, habían llegado a el escondite de un perseguido alquimista/científico, y de no ser por un buen mozo de montaña que los encontró, no se hubiesen salvado, ya que el alucinógeno que llevaban los pasteles hubiese resultado mortal para unos niños de tan temprana edad si pasaran unas horas más. Pero gracias a el alimento sobrevivieron, por lo que bien está lo que bien acaba. En unos días volvieron a su país y su adorable profesora en su tierna escuela primaria les hizo escribir una redacción de 250 palabras sobre su traumática experiencia. Yuju .
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