Esta actividad consistía en cambiar la sinopsis de una novela originando así una versión más o menos original de ésta. Mi plagio creativo será de el comienzo de el primer libro de mi saga favorita: Memorias de Idhún.
VERSIÓN ORIGINAL:
Era ya de noche, una noche de finales de mayo, y un chico de trece años subía en bicicleta por una carretera comarcal bordeada de altas coníferas, de regreso a su casa, una granja junto a un pequeño bosque.
Se llamaba Jack. Hacía ya un par de años que vivía con sus padres en aquella granja a las afueras de Silkeborg, una pequeña ciudad danesa. [...] El recorrido junto al bosque lo relajaba y apartaba de su mente todas las preocupaciones.
Pero aquella vez era diferente...
MI VERSIÓN:
El sol se ponía ya, en una tarde de finales de junio, y una loba plateada de unos dos años de edad subía plácidamente la suave loma de la colina salpicada de chopos y pinos en la que su manada, su familia se había instalado ya haría unas tres semanas. Le gustaba pararse a observar las flores coloridas de los alrededores, ya que su fragante aroma la hacía olvidar la vorágine sangrienta de la caza matutina, porque al ser tan joven, el olor de la sangre le disgustaba bastante. Pero aquella vez había algo que no encajaba.
Sangre, pólvora y disparos rompiendo el silencio del bosque.
Esas tres sensaciones: un sabor, un olor y un sonido, se mezclaban en un cóctel metonímico que hacia que Kali (ese era el nombre de la loba) solo quisiese hacer una única cosa en el mundo:
Correr.
VERSIÓN ORIGINAL:
Era ya de noche, una noche de finales de mayo, y un chico de trece años subía en bicicleta por una carretera comarcal bordeada de altas coníferas, de regreso a su casa, una granja junto a un pequeño bosque.
Se llamaba Jack. Hacía ya un par de años que vivía con sus padres en aquella granja a las afueras de Silkeborg, una pequeña ciudad danesa. [...] El recorrido junto al bosque lo relajaba y apartaba de su mente todas las preocupaciones.
Pero aquella vez era diferente...
MI VERSIÓN:
El sol se ponía ya, en una tarde de finales de junio, y una loba plateada de unos dos años de edad subía plácidamente la suave loma de la colina salpicada de chopos y pinos en la que su manada, su familia se había instalado ya haría unas tres semanas. Le gustaba pararse a observar las flores coloridas de los alrededores, ya que su fragante aroma la hacía olvidar la vorágine sangrienta de la caza matutina, porque al ser tan joven, el olor de la sangre le disgustaba bastante. Pero aquella vez había algo que no encajaba.
Sangre, pólvora y disparos rompiendo el silencio del bosque.
Esas tres sensaciones: un sabor, un olor y un sonido, se mezclaban en un cóctel metonímico que hacia que Kali (ese era el nombre de la loba) solo quisiese hacer una única cosa en el mundo:
Correr.
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